#YoNoFui

Los programadores, ¿qué vamos a hacer con todo el poder y la responsabilidad que tenemos en nuestras manos? Reflexiones de Mariano Stampella, co-founder de FDV Solutions

Hace varios años atrás, cuando nos iban a entregar un premio Sadosky por nuestro trabajo automatizando la logística de una empresa global con RFID, un tipo llamado Joos Ulrich Heintz agarró el micrófono y con su extravagante vestimenta y su increíble lucidez dio un discurso que no olvidaré jamás. En él, básicamente, dijo que los proletarios del futuro (esos obreros cuyo levantamiento podría representar una amenaza al poder concentrado) éramos los programadores. Nos definió como la última esperanza de un cambio en el sistema.

Yo era muy chico, Joos muy extraño, la situación muy rara y, aunque me reuní por curiosidad, en aquel entonces realmente no entendí la profundidad de sus palabras.

Aunque fanático de la literatura marxista y anarquista desde chico, en ese contexto el uso de la palabra "proletariado" me pareció un destello de tiempos lejanos, y me causó hasta un poco de vergüenza ajena. Estábamos en la Cámara de Empresas de Software, yo era un emprendedor con una compañía de tan sólo un año, con la suerte de ser premiado en el Salón Azul del Congreso de la Nación y esperando escuchar al Vicepresidente de la Nación dar un discurso sobre la política del gobierno para los emprendedores y la tecnología.

Poco tiempo después, en mi primera visita a Silicon Valley, fascinado por toda la intensidad -tanto de los emprendedores, como de la propia comunidad de desarrolladores- y gracias al gran Hernán Aracena, tuve la suerte de conocer NoiseBridge, uno de los lugares más inspiradores e increíbles que un programador puede descubrir.

Lleno de dispositivos hackeados (desde la heladera hasta el microondas), cursos gratuitos para la comunidad sobre diferentes tecnologías de código abierto (cuando fui por primera vez estaban enseñando Arduino) y espacios para compartir ideas y proyectos, allí fue donde tuve la suerte de discutir con Hernán sobre Mitch Altman y Proyecto Nahual. Él me dijo que teníamos que abrirle los ojos a los chicos urgente, que teníamos que formar hackers y no testers, pero -sobre todo- que el cambio era ahora, que tiempos muy complicados podrían venir si no nos comprometíamos. Sentí que era una exageración.

Sin embargo, después del suicidio de Aaron Schwartz, de la persecución a Snowden, después de Assange y con un mundo cada día más complejo, las palabras del estadounidense, hacker y programador, o del húngaro, doctor en Matemáticas, cartonero y docente, me dejaron pensando mucho más que cuando las escuché.

Los bancos de las Islas Caimán ya no pueden funcionar sin nuestro código, ni la industria de armas, los sistemas de espionaje de las principales potencias y las bolsas de valores del planeta. Y tampoco Greenpeace ni las Naciones Unidas. Como desarrolladores de software somos los creadores de las reglas del futuro. Joos tenía razón: nosotros somos los albañiles que estamos construyendo el nuevo edificio de la sociedad del futuro. Ya no podemos evadir la responsabilidad, no podemos simplemente decir “yo no fui”, como Bart Simpson.

Las preguntas son: ¿Qué vamos a hacer con todo el poder y la responsabilidad que tenemos en nuestras manos? ¿Cómo vamos a generar un impacto positivo en la sociedad, en el medio ambiente, en el aumento de la justicia y el desarrollo de la humanidad? Vos que estás leyendo esto y participás de esta industria, ¿qué podés hacer para que tus conocimientos y habilidades generen un mundo mejor?

(*) Mariano Stampella: co-founder de intive-FDV