Voto: ¿sistema electrónico o tradicional?

La opinión de Luciano Melendez, Business development manager de seguridad, Logicalis Argentina

El actual panorama electoral y la demora en los resultados definitivos en las últimas elecciones primarias, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, reavivó la controversia sobre la implementación de un sistema más eficiente: el electrónico. Sin embargo, el debate habría que empezarlo desde las definiciones de voto electrónico y boleta electrónica; sus ventajas y vulnerabilidades.

Hay quienes encuentran diferencias entre estos dos sistemas explicando que la boleta electrónica no utiliza computadoras para almacenar los resultados al momento, si bien se basa en el uso de la tecnología RFID (Radio Frequency Identification, por sus siglas en inglés), para el almacenamiento del voto; también está impresa, lo que permite un control por parte del elector y durante el escrutinio por parte de las autoridades electorales.

Quienes no encuentran diferencias, sostienen que la boleta electrónica es prácticamente lo mismo que el voto electrónico, pero con respaldo en papel. Esto lo sustentan en que se requiere el uso de computadoras para su implementación y a los efectos prácticos el elector desconoce su funcionamiento.

La discusión está abierta y los casos a favor y en contra abundan en distintos países. En las últimas semanas, en Alemania, previo a las elecciones parlamentarias, el Club de Computación Caos (Chaos Computer Club o CCC), estudió el software PC Wahl –que recolecta, sumariza y categoriza los votos en ese país– y encontró una serie de vulnerabilidades, las cuales fueron denunciadas y, luego de un cambio de procedimientos, se mitigó su impacto.

Más allá de lo que se decida a futuro sobre este tipo de sistemas, desde el punto de vista de la seguridad es importante destacar que existen ciertas pautas que se deben considerar:

  • Vulnerabilidades: cuantas más pruebas y correcciones se lleven a cabo sobre un software, menor es la posibilidad de fallas, que en este caso pueden convertirse en fraudes. El uso de sistemas de código abierto o sujeto a pruebas por parte de la comunidad experta, puede aportar confianza en todo el sistema y esto es clave.
  • Transparencia: si se utiliza una tecnología de almacenamiento físico para su lectura posterior, se debe asegurar que cada elemento contenga uno y sólo un voto. Se pueden establecer controles complementarios garantizando así la integridad de la boleta.
  • Confidencialidad: los canales digitales que se utilizan para transmitir información (ya sea entre boletas y lectoras, entre computadoras o una combinación eficiente de ambas) deben estar debidamente encriptadas, para garantizar la confidencialidad.
  • Educación: la concientización de los votantes en materia de seguridad es tan importante como su deber cívico a la hora de ejecutar el voto. Debemos seguir aprendiendo en este sentido, como lo hacemos frente a la transformación digital de los bancos, las escuelas, la vida social o la situación fiscal.


Vivimos en un momento en donde la tecnología forma parte de nuestra vida y atraviesa cada situación cotidiana. Que la discusión incluya al ejercicio de votar es lógico y como en otros órdenes de la vida, no existe un sistema perfecto. El uso de la tecnología puede mejorar nuestra calidad de vida pero la elección final es de cada uno.

(*) Luciano Melendez: Business development manager de seguridad, Logicalis Argentina