Otra de las muletillas que se escuchan regularmente en favor del Voto Electrónico es que permite eliminar algunos mecanismos propios del clientelismo político o la compra de votos. El voto electrónico no soluciona el problema del clientelismo, más bien me animo a decir que potencia sus posibilidades.
Lo cierto es que el clientelismo político se basa en cuestiones que poco tienen que ver con la inclusión de tecnologías en el proceso electoral. El clientelismo político tiene varias múltiples aristas: desde aquellos que temen perder su empleo, que dependen del plan social o cuyas condiciones materiales de existencia dependen del gobierno de turno hasta aquellas que puedan necesitar el monto del pago que eventualmente se haga a cambio de su voto. En todos los casos hay una cuestión clave: comprobar que aquel que recibe el beneficio, efectivamente votó por quien 'debía' votar.
Lo que está en juego aquí es uno de los atributos del sistema electoral: el derecho al voto secreto.
Esto que muchos pierden de vista a la hora de alabar las virtudes y la rapidez del voto electrónico, es la clave para desmantelar los sistemas clientelares. De eso se trata el tan promocionado voto en cadena, o voto calesita, que tanto se critica.
Los sistemas de voto electrónico, eventualmente, podrían eliminar este mecanismo, pero esto no garantiza la eliminación del clientelismo en general.
Existen casos documentados (Ohio, EEUU) en los cuales las urnas electrónicas arrojaron listados de votos y votantes permitiendo comparar los listados y por supuesto,logrando así un listado detallado de voto y votante relacionados. No hay ningún caso en el sistema actual de violación del secreto del voto tan detallado: una perla para el clientelismo.
En Las Grutas, por ejemplo, en las elecciones de 2007, una de las máquinas usadas en la elección dejaba que un votante viera el voto que había emitido su antecesor.
Ni hablar de los casos en los que la identificación de los votantes se produce por sistemas centralizados de validación de identidad (Venezuela), en los cuales se tiene en tiempo real el mapa de votantes y por lo tanto, se puede ejercer presión sobre aquellos que no asistieron aún a sufragar y/o intervenir con punteros en las circunscripciones con alta tasa de deserción. En nuestro país, el voto es obligatorio. Pero en otros donde el voto no lo es, no ir a votar también es una opción de las democracias.
El clientelismo político es un problema social, económico, educativo. Existen muchas razones por las cuales una persona acepta canjear su voto por algún tipo de prebenda política. Ninguna de ellas se soluciona con computadoras ni con ninguna forma de tecnología.
Publicado por Beatriz Busaniche el Lunes 12 de Octubre de 2009
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