La necesidad de estimular la conciencia de "Risk Management" a los milennials
9 de Septiembre de 2020Escribe Gabriel Zurdo, CEO de BTR Consulting
Como trascendió recientemente, los accionistas de la Fintech alemana Wirecard iniciaron acciones legales en contra de su proveedor, una de las Big Four de auditoría y consultaría, con respecto a las consecuencias del escándalo que envuelve a la compañía: “un supuesto fraude millonario, en el que se inflaron activos” de la financiera por aproximadamente 2.000 millones de dólares. Es posible que el auditor haya omitido un procedimiento básico que podría haber detectado el fraude, en consecuencia incumplió su deber o fue mala praxis. Este escenario demuestra, una vez más, la importancia de entrenarse en la administración de riesgos y no solamente enfocarse en el talento o la creatividad, cualidades puestas en valor por el paradigma actual del mercado laboral.
Pasé más de 20 años de mi práctica profesional repartiendo mi vida en dos Big Four. Fui testigo de la desaparición de ENRON, de la debacle posterior de Arthur Andersen, de las consecuencias del desguace y las resultantes megafusiones a nivel global que propiciaron recolocar a cientos de miles de empleados de Andersen en todo el mundo y de la canibalización de la cartera de clientes huerfanos de auditor.
En ese entonces, dos congresistas americanos Sarbanes y Oxley escribieron la ley que lleva su nombre cuyo propósito era evitar que lo de ENRON volviera a ocurrir. En simultáneo organismos de control y reguladores en todo el planeta endurecieron y produjeron nuevas y más estrictas normas, sobre las Compañías, sus funcionarios y los Auditores.
Desde entonces la agencia norteamericana Securities and Exchange Commission (SEC) y el Public Company Accounting Oversight Board (PCAOB) requieren que para todas las auditorías se establezcan y/o adopten reglas de control de calidad, ética, independencia y otras normas relacionadas con la preparación de informes de auditoría para empresas públicas, de conformidad con la Sección 103 de la Ley Sarbanes-Oxley de 2002. Y así también los distintos organismos de control y bolsas del planeta.
Y aparecieron las Fintech. Con nueva mentalidad, los nuevos financieros se propusieron la transformación del sector. Una nueva comunidad de negocios en la que el convencimiento de que todo es posible y donde la tecnología es el vehículo para alcanzar el sueño.
Esta nueva cultura digital surge donde las palabras “innovación” y “talento” a la hora de crear productos y servicios son mandatorias, donde ese consumidor que quiere tener el control de sus finanzas, exige total transparencia y desea decidir sobre ellas.
Un talento que es demandado en todos los sectores y que obliga a las empresas a competir con grandes jugadores digitales, donde los gigantes tecnológicos como Amazon, Google y Facebook están trabajando para quedarse con parte del nuevo negocio que crece exponencialmente.
Así las cosas, es innegable la necesidad de estimularle la conciencia de "Risk Management" al milennial tradicional. Resulta difícil y tedioso alinear los exigentes objetivos de negocios, que en ocasiones colisionan con la expectativa del inversor, respecto de los controles internos, la auditoría interna y las normas de "compliance" y que en algunos casos reclaman a una dotación de profesionales muy bien formados, pero con pocas horas de vuelo y quizás demasiado orientados a la creatividad, el talento y la innovación.
Una vez fueron BIG 8, luego de la caída de ENRON y Andersen BIG 4. Pero se presentó recientemente otro supuesto fraude, por u$s 2.000 millones, y una nueva prueba básica de auditoría fallida que podría haberlo detectado. Esto no es todo y resulta ser que esta película ya la vimos. Nuevamente un organismo regulador, en este caso el de Gran Bretaña presiona a las 4 firmas contables para que separen sus unidades de negocios con miras a mejorar la calidad de las auditorías. Tienen hasta 2024 para separar sus prácticas de auditoría. Claramente la necesidad de independencia es un objetivo primario pero a la luz de los acontecimientos y las demandas del mercado la mejora en la calidad de las auditorías se vuelve una necesidad.
(*) Gabriel Zurdo: CEO de BTR Consulting