Más mujeres en tecnología: le conviene al mundo, le conviene a las empresas, nos conviene a todos

Escribe Carla Castorina, People Care Lead de Facturante

La revolución tecnológica en curso, acelerada por las demandas que surgieron de la pandemia de coronavirus, dio lugar a una nueva etapa de desarrollo económico y social caracterizada principalmente por una manera de producir, trabajar, consumir e interactuar basada en dispositivos, máquinas, inteligencia artificial, robótica y datos.

Es una transformación que, a nivel industrial, nos permite hoy, entre otras cosas, gestionar operaciones de manera autónoma desde cualquier parte del mundo, desplazando la centralidad del espacio de trabajo tradicional, físico e inamovible característico al menos desde la revolución industrial y su proyección por todo el siglo XX.

De acuerdo a un estudio conjunto entre J.P. Morgan y la organización argentina “Chicas en Tecnología” esta “Revolución 4.0” no solo se trata de automatizaciones, sino que también y fundamentalmente nos plantea un nuevo lugar de contribución de las personas en los espacios de trabajo, principalmente en aquellos que requieren habilidades más difíciles de automatizar.

El informe, denominado “Conectadas con el futuro”, subraya cómo la tecnología ha tomado un papel protagónico en la resolución de muchos de los desafíos de un mundo complejo, volátil, ambiguo e incierto, también conocido como “entorno VUCA”, y advierte que esta capacidad de la tecnología de resolver problemas cotidianos con soluciones más eficientes exige más que nunca integrar las voces de las mujeres para asegurar más perspectivas y enfoques en los desarrollos.

La necesidad de ampliar el protagonismo de las mujeres en la creación de soluciones tecnológicas contrasta, sin embargo, con el dato de que solo el 6% de las aplicaciones móviles que usamos fueron desarrolladas por mujeres, según Equal Right Coalition (Coalición por la Igualdad de Derechos), un agrupamiento de 42 estados miembros que está copresidida por los gobiernos del Reino Unido y la Argentina.

Además, la transformación digital puede ofrecerles a las mujeres nuevas oportunidades de empoderamiento económico a través de la participación en los sectores más dinámicos de la economía, donde surgen las mayores oportunidades de desarrollo, crecimiento y existen más opciones en modalidades de trabajo flexibles y remotas.

Pero, tal como advierte un trabajo del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), esta transformación también puede acentuar la brecha de género si no se crean soluciones que apunten a trabajar sobre las transformaciones de fondo relacionadas con el acceso a la tecnología y la educación, con los estereotipos y las barreras socioculturales presentes en la construcción del rol social y en las elecciones educativas y profesionales de las mujeres.

No es altruismo. Promover estos cambios va en favor del propio interés de las empresas. Esto porque en el mundo de hoy ser una empresa competitiva significa aprovechar al máximo el talento que se tiene dentro de la organización, y en este sentido la diversidad que aporta el liderazgo femenino es fundamental y un desafío diario.

La igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres está significando en la práctica una mejor gestión de la empresa.

Al centrarse en las aptitudes y actitudes de las personas, se pone el foco en lo mejor que puede aportar cada persona al rol y a la organización.

No se trata de género, sino de incluir a las personas por sus conocimientos, su talento y su verdadero aporte en el negocio.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) refuerza estas definiciones cuando defiende la necesidad de que la inversión incluya también un enfoque de género, ya que el organismo considera que integrar esta dimensión en la evaluación de inversiones y negocios genera mayor desempeño empresarial, multiplica el bienestar y resulta una forma positiva y sostenible de hacer negocios.

En la Argentina tenemos una buena base para afrontar estos desafíos, ya que en los últimos años se duplicó la cantidad de mujeres trabajando en el sector tecnológico.

De acuerdo datos del Observatorio Permanente de la Industria del Software y Servicios Informáticos, hoy en día representan el 30% de la nómina. Por su parte, la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi) espera que las mujeres representen el 40% de las plantillas en empresas de tecnología para el año 2024.

En el caso de Facturante tengo la posibilidad de liderar el área de Recursos Humanos dentro de una empresa joven y dinámica, donde, partiendo desde la CEO de la empresa, que es mujer, contamos con muchas mujeres que lideran distintas áreas de la organización con creatividad y sensibilidad, potenciando a jóvenes profesionales a alcanzar los mejores resultados.

Desde el área de People Care trabajamos con una mirada global, centrada en el talento de las personas y en la igualdad de oportunidades, integrando la igualdad de género en cada uno de los procesos.

Siento que estamos avanzando enormemente a nivel social y, por ende, laboral, pero aún hoy, por cuestiones culturales fuertemente arraigadas, es común escuchar a la mujer hablar con culpa sobre la combinación, siempre tensa, entre los hijos, la familia y su desarrollo laboral.

Sigue siendo una realidad palpable que debamos responder a una doble situación de responsabilidad en el entrecruzamiento entre el trabajo y hogar, lo que a muchas mujeres les genera conflictos en cuanto al desarrollo profesional/personal.

Aún hoy es frecuente encontrarnos en entrevistas laborales donde el prejuicio lleva a preguntas incómodas, tales como: ¿te gustaría ser madre?, o: ¿pensás tener más hijos?, ¿cómo vas a organizar tu vida familiar para poder trabajar? Prejuicios que solo refuerzan este sentimiento de culpa, no dejando ver la cantidad de aspectos positivos que puede ofrecer la experiencia de ser madre.

En mi caso siento que ser madre me brinda la posibilidad de tener un approach mucho más asertivo a la hora de gestionar cambios, una mayor tolerancia a la frustración, sentido de cuidado, protección y empatía para entablar vínculos, y formar un equipo más eficiente y efectivo.

En este marco, necesitamos hombres que acompañen, con una distribución equitativa de las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, que puedan revisar estereotipos, y en equipo repartir de otra manera los espacios, los tiempos y las responsabilidades.

Un hombre que tenga conciencia de estas diferencias culturales y aporte a la
transformación de estos patrones, un hombre que sepa entender, escuchar y empatizar.

Las demandas globales del presente por más diversidad e inclusión con perspectiva de género deben traducirse en las empresas en procesos de selección que garanticen igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, poniendo el foco en el talento, en las aptitudes y actitudes, no en estereotipos de género.

En nuestro caso particular, como startup tecnológica, procuramos brindar un entorno de trabajo flexible y adaptable, que tenga en cuenta las necesidades de las personas que componen la organización.

En lo que respecta a salarios, los definimos en base a roles, funciones y responsabilidades. Obviamente no intervienen en esta definición distinciones de género.

Debo admitir que, en mi caso personal, no tengo que ir muy lejos para buscar modelos de liderazgo que me inspiren: los veo todos los días en cada una de las mujeres que integran Facturante.

Por ejemplo, Lorena Comino, actual CEO & Co-founder de la compañía comenzó a emprender “fuera de la norma”, es decir, lejos de lo que se espera. Junto a su socio Daniel Pili, crearon un negocio pensado para alcanzar a las principales empresas del país, estando lejos del centro del ecosistema emprendedor como es Buenos Aires. Además, ambos iniciaron el proyecto teniendo hijos y más de 30 años de edad, lo cual es una realidad que dista bastante del estereotipo emprendedor que busca el inversor promedio.

De ellos siempre he admirado su capacidad de emprender desafiando cualquier norma establecida, de fomentar el desarrollo de potencialidades de todos los miembros del equipo, y de empoderar a otras mujeres para que se animen a emprender y lo hagan con herramientas sólidas.

(*) Carla Castorina: People Care Lead de Facturante