Veinte años no es nada. Una inspiración para enriquecer la mirada sobre el sector SSI

Escribe Gabriel Baum sobre los claroscuros del desarrollo del sector de software argentino

El desarrollo del sector de software argentino, tras casi 20 años de promoción, es el resultado de una política de estado exitosa que sin embargo exhibe claroscuros muy marcados. Por una parte, una cantidad creciente de empresas, incluyendo grandes jugadores globales junto a una multitud de pequeñas y micro empresas que pugnan por sobrevivir en la disputa por contratar trabajadores. Esta política ha logrado consolidar a la Argentina como un actor relevante, como país periférico, en el mercado global de software, y se ha conformado como un potente enclave exportador de servicios que ya representa la cuarta fuente de ingresos externos de nuestro país.

Millones de dólares y decenas de miles de puestos de trabajo de escasa especialización y relativamente bien pagos son aspectos muy importantes y valiosos para nuestro país. La contracara de esto tiene que ver con el perfil desarrollado: se trata de un modelo extractivista de provisión de servicios al exterior. Esto es, un modelo de crecimiento que socava sus propias bases de reproducción y, como todo enclave, da la espalda, se autonomiza de la sociedad que le dio origen. En efecto, mientras se venden muchísimas horas de trabajo y fluyen los dólares, las pequeñas y medianas empresas apenas sobreviven, las universidades no sólo pierden estudiantes sino también docentes, y el sistema científico languidece por la ausencia de jóvenes que aspiren a trabajar en la investigación.

El Estado va perdiendo sus capacidades tecnológicas fundamentales, junto con sus mejores cuadros técnicos. Las ventas al mercado interno caen ostensiblemente. Todos: estudiantes, docentes, investigadores, técnicos estatales son succionados por la máquina de generar dólares vendiendo servicios de desarrollo, que se convierten luego en propiedad intelectual que pagamos muy cara, de una u otra forma. Pero ese es el problema menor, el problema más grave es que la máquina aspira el futuro del sector. No hay futuro sin una fuerza de trabajo educada y competente, ni sin investigación y desarrollo, ni sin un estado capaz de garantizar servicios y gestión pública. La fiesta del enclave es para muy pocos, y por tiempo limitado.

La experiencia que motiva esta nota puede alumbrar otros caminos que ayuden a construir un sector de tecnologías de la información que tenga como objetivo la construcción de una sociedad desarrollada, justa y democrática. Esto es, hacer que el desarrollo tecnológico y el trabajo de los cientos de miles de trabajadores informáticos impacten en el desarrollo productivo de la industrias y la mejora de la vida de los ciudadanos.

El Sistema Integrado de Información Financiera Internet (e-SIDIF) es el actual sistema de gestión financiera para la Administración Pública Nacional. Es utilizado por más de 120 organismos para concretar las acciones necesarias (adquisiciones de bienes y servicios, gastos en personal, transferencias, pagos a proveedores, etc.) para llevar a cabo las políticas públicas financiadas a través del Presupuesto Nacional.

El sistema integra la gestión presupuestaria (formulación y control de la ejecución), financiera y contable, bajo el principio de registro único y oportuno de las operaciones y promueve la transparencia además de contribuir a una mejor gestión de los recursos públicos. Se trata de un sistema estratégico para la administración pública que constituyó una innovación relevante para las finanzas públicas, y un proceso de mejora y renovación continua a lo largo de dos décadas. E-sidif es un gran sistema informático cuyo tamaño y complejidad pueden inferirse a partir de algunos números significativos: 5.5 millones de líneas de código, 9 millones de transacciones por año, 1700 opciones de menú, 21000 usuarios nominales, 3000 usuarios concurrentes, 1270000 comprobantes de pago realizados a través de e-sidif.

Un aspecto relevante de e-sidif, más allá de la decisión política de sostener el proyecto y del esfuerzo de los equipos de la Secretaría de Hacienda, a lo largo de dos décadas, tiene que ver con la participación de empresas nacionales –en especial durante los primeros años- y muy significativamente con la colaboración durante todo el proceso con el LIFIA, un laboratorio de la UNLP, con larga tradición en investigación y desarrollo. Un reciente estudio realizado por iniciativa de LIFIA sobre este proceso de colaboración y desarrollo socio-técnico, expone dos conclusiones de gran importancia:

  1. el proceso de co-producción del e-Sidif como impulsor de innovaciones en el Estado, sobre la base de la relación sector público–universidad. El e-sidif evidencia que grandes sistemas tecnológicos desarrollados en el ámbito público pueden implicar procesos de innovación (cambios de rutinas organizacionales y tecnológicas) sustentados en el desarrollo de capacidades dinámicas estatales.
  2. las potencialidades y desafíos para desarrollar Grandes Proyectos de Informática, como ejemplo de instrumento de Compras Públicas e Innovación. El Proyecto e-Sidif puede ser considerado como un ejemplo para impulsar grandes Proyectos Nacionales en Informática, teniendo en cuenta los aprendizajes tanto de sus potencialidades como de las restricciones en su desarrollo.

Ambos ejes son coincidentes con la perspectiva de política de innovación orientada por misiones propuestas por notables investigadores como la profesora Mariana Mazzucato y Charles Edquist, que proponen iniciativas en las que puedan converger:
  • el desarrollo de capacidades estatales dinámicas y
  • el impulso a recursos y capacidades sostenidos en el largo plazo para mejorar la prestación de servicios públicos.

Experiencias como la mencionada deberían ser incorporadas al debate público para enriquecer las políticas estatales de promoción de la economía del conocimiento, y muy especialmente del sector SSI. Como hemos señalado al comienzo de la nota, el enclave extractivista-exportador desarrollado desde comienzos de siglo ha demostrado capacidad de generar dólares y puestos de trabajo, pero el costo está resultando demasiado alto en términos de capacidades nacionales y estatales, así como para el sistema educativo y científico-tecnológico. Integrar a estas políticas la promoción de grandes proyectos en la línea de lo realizado para la construcción de e-sidif puede fortalecer y enriquecer al sector SSI en su conjunto (empresas, estado y academia) y multiplicar el impacto de su crecimiento en el conjunto de la sociedad.

(*) Gabriel Baum: Investigador de la Universidad Nacional de La Plata