Combinando realidades

Escribe Enrique Carrier sobre el lanzamiento de las gafas de Apple Vision Pro

Artículo publicado por Enrique Carrier en Comentarios.info.

Después de años de anunciar mayormente versiones mejoradas de sus productos, esta semana Apple volvió a causar el famoso efecto “wow” con el lanzamiento de sus gafas Vision Pro. El anuncio en sí no tuvo la cobertura en tiempo real de años anteriores (quizás por anuncios “meh” del pasado). Sin embargo, la incursión en lo que denominaron “computación espacial” despertó admiración en algunos y preguntas en otros.

Apple tiene antecedentes en presentar productos que marcan un punto de inflexión. Lo hizo con el iPod, en el 2001, que introdujo una forma sencilla de consumir música en formato digital (aunque después perdiera su atractivo por el avance de los smartphones y del streaming de música dominado por Spotify). Lo repitió 6 años después, en 2007, cuando presentó el iPhone, que, si bien no fue el primer smartphone, sí fue el primero en simplificar su uso a través de las pantallas sensibles al tacto. No puede decirse lo mismo del iPad, que no fue otra cosa que un smartphone de mayores dimensiones (y que perdió atractivo a partir del crecimiento de las pantallas de los smartphones), ni del Apple Watch, que, si bien fue el impulsor de la categoría, terminó siendo un producto para entusiastas tecnológicos y amantes de la buena salud.

En el caso de las gafas Vision Pro, su atractivo viene por dos vertientes. Por un lado, se trata del primer producto con ambiciones disruptivas que lanza Apple que no fue concebido por Steve Jobs, lo que en alguna medida es indicador del grado de innovación y atractivo de Apple sin la inspiración de su fundador. Por otra parte, es un exponente de una nueva generación de computación, la “espacial”.

Para quienes viven dentro de un tupper (hubo un sinfín de artículos periodísticos y posteos al respecto) y no saben que es el Vision Pro, se podría resumir en que es una pantalla “wearable”, que se coloca en la cara. Se parece mucho a un casco de realidad virtual, aunque Apple se cuidó muy bien de no mencionar estas palabras en su presentación para evitar la comparación directa con Quest, el casco de Meta, ni con el metaverso. La gran diferencia con éste es que incorpora muchos aspectos de realidad aumentada, al captar el mundo exterior a través de unas pequeñas cámaras montadas en las gafas. Y por sus diferencias de funcionalidad y usos previstos (algo a confirmar), Apple lo describió como “el producto más ambicioso que hayamos creado nunca“. En otras palabras, una apuesta fuerte.

Un vistazo a los usos previstos por Apple puede apreciarse en este video, donde nuevamente se comprueba que una imagen vale más que mil palabras. Si hubiera que resumirlo groseramente, se podría decir que es un sustituto de pantallas de televisión y de monitores.



Como sustituto de la TV, las gafas Vision Pro introducen una experiencia más que atractiva, aunque para consumo en solitario (el caso de uso en el avión que se ve en el video sí resulta atractivo). Nada de sentarse con amigos o relaciones a ver una película o algún espectáculo deportivo, o compartir un posteo en redes sociales. Pero igualmente podría decirse que Apple finalmente lanzó su TV, aunque lo hizo en otro formato, y por eso no fue percibido así.

Otro uso, aunque no novedoso, es para juegos, si bien es bueno recordar que justamente el gaming no es el fuerte de Apple, como sí lo es para Windows y las consolas. Por lo tanto, aun si se convirtiera en un producto exitoso, llevaría un tiempo desarrollar una biblioteca de juegos convincente.

En tanto sustituto de una PC, aporta una interfaz novedosa. Pero no queda en claro el beneficio respecto de lo existente. Y estando en movimiento, una notebook es más cómoda de llevar.

Como plataforma para video llamadas, una vez superado el asombro inicial, surgen los cuestionamientos. Los interlocutores no ven a quien usa los Vision Pro, sino que ven una representación fotorrealista de su cara. Cuesta entender en qué medida eso es mejor que ver la cara real en video a través de aplicaciones como Zoom, que además pueden ejecutarse en cualquier lugar a través de un smartphone y no de unas gafas aparatosas, con toda la carga negativa que ello implica.

Por supuesto, no se pueden pasar por alto algunos aspectos más que evidentes. Uno es el precio, US$ 3.500, que lo deja fuera de la categoría “masivo” y donde la comparación inevitable es con el precio de los Quest, de US$ 300, aunque tecnológicamente no sean lo mismo. Porque aun con ese precio, no deja de ser un producto totalmente aparatoso que, para colmo, se lleva en la cara. Pero fundamentalmente, porque, su utilización es terriblemente aislante.

En definitiva, los Vision Pro parecen una cruza entre los Quest de Meta, enfocados en la realidad virtual, y los Google Glass, enfocados en la realidad aumentada. Los Quest y similares quedaron circunscriptos a usos verticales (mucho en gaming), y poco agregó el fracaso (al menos momentáneo) del metaverso, totalmente desplazado en el interés de público e inversores por la inteligencia artificial. De hecho, en la presentación de los Vision Pro se cuidaron de mencionar la realidad virtual, quizás para salir del posicionamiento que los pone en pie de igualdad. Los Google Glass, aunque más elegantes y portátiles, fracasaron estrepitosamente, ante casos de uso poco convincentes y cuestionamientos a la privacidad.

No obstante, también es bueno recordar que muchas tecnologías realmente importantes empezaron pareciendo juguetes caros y poco prácticos. Inicialmente no funcionaban o no eran útiles o lo único que se podía hacer con ellas era trivial. No sería éste el primer caso. Algunas de las cosas más importantes de los últimos 100 años más o menos se parecían a esto. Aviones, coches, teléfonos, teléfonos móviles y computadoras personales son ejemplos de desarrollos que, inicialmente, fueron descartados como juguetes caros.

Por lo pronto, Apple logró diseñar un producto interesante desde el punto de vista tecnológico, aun cuando le falta tener un aspecto menos aparatoso. Resta ahora ver si se le encuentran y desarrollan usos convincentes. Ahí radica el verdadero desafío por delante.

(*) Enrique Carrier: Analista de mercado especializado en Internet, informática y telecomunicaciones, con más de 20 años de experiencia en el sector tecnológico. Además, es el editor de “Comentarios”, el newsletter semanal y blog de Carrier y Asociados