La IA y las soluciones argentinas
16 de Noviembre de 2023Escribe Pablo Iacub, en respuesta al artículo "Es hora de regular la Inteligencia Artificial"
Terminé de leer el artículo sobre la supuesta necesidad de regular la IA escrito por Carla García (ver también Es hora de regular la Inteligencia Artificial), y no puedo evitar escribir una respuesta, como solía hacerlo en el pasado.
Sinceramente, me preocupa la idea de regular el desarrollo científico y tecnológico, ya que, en la mayoría de los casos, esta regulación no ha funcionado, salvo algunas excepciones no precisamente memorables.
Por ejemplo, el intento de detener el desarrollo de la teoría heliocéntrica a través del juicio y posterior prisión de Galileo, o la inclusión durante siglos en el Index de la obra de Copérnico y Kepler. En aquel momento, la idea de que la Tierra giraba alrededor del Sol era considerada perturbadora y peligrosa, de manera similar a cómo se percibe la IA en la actualidad.
Sin embargo, centrándonos en el tema concreto, las críticas que Carla plantea en su artículo podrían haberse aplicado de manera idéntica e incluso con mayor énfasis para regular el desarrollo de Internet o incluso la computación en su totalidad.
Internet representa un verdadero peligro para la privacidad, facilita la propagación de noticias falsas, el lavado de dinero, las estafas piramidales, la venta de medicamentos milagrosos, el comercio de drogas y armas, así como la piratería en todas sus formas. Además, ha generado desempleo en los países desarrollados, desplazando servicios hacia naciones con salarios más bajos, entre otros problemas. A pesar de estos peligros y daños ocasionados, Internet sigue siendo en gran medida un ámbito libre y desregulado, principalmente porque sus beneficios superan con creces sus inconvenientes.
Pero, ¿es la IA un riesgo real? Sí, tanto como lo fue el invento de la pólvora, la dinamita, la electricidad, el acero, las máquinas de vapor, los aviones, los automóviles, la radio, la televisión o las computadoras, entre muchas otras innovaciones. Por otro lado, si la IA pudiera convertirse en un arma capaz de realizar maravillas, ¿quién podría regular su uso en la carrera político-militar? Supongamos que Estados Unidos o China aceptaran limitar sus investigaciones, ¿cómo podría controlarse esto? La IA no requiere de instalaciones complejas con aceleradores nucleares ni grandes cantidades de recursos; de hecho, se puede trabajar en ella con computadoras comerciales.
En cualquier caso, como conclusión, considero que el conservadurismo y el temor al progreso científico y tecnológico son más peligrosos que cualquier tecnología en sí misma.
(*) Pablo Iacub: Empresario de la indutria del software