Cuatro razones para entusiasmarse porque la IA no nos reemplazará en el trabajo

Escribe Juan Santiago, CEO de Santex y miembro del Board de la Liga del Bien de IA

Una columna de opinión publicada en The Wall Street Journal ha despertado nuevamente la polémica en relación a la inteligencia artificial (IA) y su impacto sobre los empleos “de cuello blanco” (profesionales de nivel medio o directivos). Su autor, Ray A. Smith plantea, tras analizar diversas industrias, que podría resultar que muchos roles gerenciales desaparezcan para siempre: “La IA generativa no sólo acelera tareas rutinarias o hace predicciones reconociendo patrones en los datos. Tiene el poder de crear contenido y sintetizar ideas: en esencia, el tipo de trabajo de conocimiento que millones de personas hacen ahora detrás de computadoras” concluye Smith.

Como viene ocurriendo a menudo desde la masificación de las inteligencias artificiales desde hace poco más de un año, cada vez que un referente o un medio importante realiza un vaticinio apocalíptico sobre IA y empleabilidad, emerge nuevamente la psicosis y la resistencia a este avance en la tecnología. Esto es un error principalmente por cuatro razones:

1° La IA va a eliminar empleos pero creará nuevos: No hay que ser ingenuos. Como todo avance tecnológico, uno de los propósitos de la IA es optimizar las labores humanas. Algunos oficios que conocemos actualmente podrían desaparecer o modificarse sustancialmente; pero también surgirán nuevas profesiones. Si no nos adaptamos a los cambios, nuestros empleos si corren peligro, por ello es preciso actualizarse y capacitarse. Y, en este sentido, los gobiernos tienen una responsabilidad muy importante: desde generar un mindset basado en la evolución y adaptación al cambio desde las bases del sistema educativo hasta las políticas de capacitación direccionadas a adultos mayores y personas de mediana edad; además de fomentar la inserción laboral en todos los niveles.

/strong>2° La IA existe hace más de 80 años: Siempre ha estado en evolución permanente, pero su aplicación siempre estuvo reservada al sector privado. Hace décadas que empresas como Santex desarrollan soluciones basadas en IA para otras empresas y gobiernos, las cuáles seguramente tuvieron un impacto en las fuentes de empleo, pero que pocos advirtieron.

Los nuevos productos de IA para consumidores, “B2C” podríamos decir, y su objetivo es simplificar tareas cotidianas para la gente común. Son más bien una herramienta que ayuda a quienes se desempeñan en generar contenidos; entre otras cosas. El mayor desafío que plantea es a quienes deben evaluar a las personas que hacen uso de esta herramienta en el día a día; aunque tampoco hará peligrar sus posiciones.

3° Las habilidades diferenciales de los humanos no pueden ser reemplazadas por AI: El informe “Global Risk Report 2024” elaborado por el Foro Económico Mundial, resaltó varias competencias interpersonales como las más demandadas y, en consecuencia, las que permiten a quienes las poseen obtener mayores ingresos. El principal aprendizaje del estudio es que habilidades humanas como el pensamiento estratégico, capacidad de negociación, de persuasión, de presentación, pensamiento crítico, innovación, resiliencia y la inteligencia emocional no pueden ser emulados por la IA.

En sintonía con dicha entidad, un análisis de LinkedIn de sus 1.000 millones de usuarios globales determinó que la habilidad más demandada para tener ahora mismo es la “adaptabilidad”. La segunda de la lista es la “comunicación”, para cerrar un Top 10 de habilidades blandas que están fuera del alcance de la IA. Si estás buscando que la AI defina tu pensamiento crítico, ese no es su uso. Vos tenés que desafiar a tu mente, ponerla en práctica y aprovechá la IA para lo que sirve realmente.

4° En el siglo XXI las empresas, además de hacer negocios, buscan aportar valor social: Si bien hay excepciones, las corporaciones modernas se alejaron del estereotipo cinematográfico basado en los grandes campeones de la industria del siglo XIX. Las empresas de hoy saben que no pueden ser sustentables económicamente en sociedades pobres, por ello buscan integrarse armónicamente como un ecosistema, midiendo permanentemente que su impacto sea siempre positivo o al menos neutral. Y todo lo que refiere a IA no es una excepción. Este es el concepto de shared value que propone Michael Porter.

Como ocurre en todas las industrias modernas, la regulación busca adecuarse a lo que ya está pasando y el compromiso ético de las empresas toma un rol sustancial en esta materia. En este punto, la ética empresarial se posiciona como un factor crítico. Y es muy importante la voz de los referentes en cada temática para guiar esta conversación. Desde Santex, por ejemplo, promovimos la formación de Liga del Bien de la IA, un movimiento formado por un equipo interdisciplinario de especialistas de la academia, el sector privado y el tercer sector, que busca apoyar el debate ético y la difusión de ideas para un desarrollo regulatorio acorde a valores humanos universales. Desde allí hemos desarrollado un documento de Autoevaluación en materia de IA, que propone compromisos éticos y establece un vocabulario compartido sobre valores fundamentales.

Si le perdemos el miedo y la aprovechamos para potenciar lo que hacemos en nuestros trabajos, para nuestros equipos, empresas y para agilizar procesos, la Inteligencia Artificial representa una oportunidad para redefinir los roles de los seres humanos en la economía y amplificar sus capacidades. Recordemos que la humanidad ha atravesado otras tres revoluciones tecnológicas y, a pesar de la aparición de tecnologías que podían resolver el trabajo que hacían varias personas, el nivel de empleabilidad se ha mantenido constante; más allá de la aceleración del crecimiento poblacional.

Todos los grandes cambios generan mucha incertidumbre en primera instancia. Lo importante en esta oportunidad, como en todas las anteriores, es que los aprovechemos para potenciarnos como humanidad; no buscando que la tecnología nos reemplace sino viéndola como lo que es: una herramienta para maximizar nuestras posibilidades.

(*) Juan Santiago: CEO de Santex