Brechas de género y desafíos educativos en la industria del software argentina

Las mujeres representan menos del 30% de la fuerza laboral en esta industria y perciben salarios un 20% inferiores a los de sus colegas varones

El sector del software en Argentina, reconocido por su dinamismo y capacidad de innovación, enfrenta un problema estructural que limita su crecimiento inclusivo: la disparidad de género. Según investigaciones recientes de la Fundación Sadosky y Fundar, las mujeres representan menos del 30% de la fuerza laboral en esta industria y perciben salarios un 20% inferiores a los de sus colegas varones, debido a su concentración en roles administrativos o funcionales, alejados de los puestos técnicos mejor remunerados.

En un contexto donde el software se posiciona como motor clave para el desarrollo económico del país, la necesidad de abordar estas inequidades y fortalecer los vínculos entre educación y empleo resulta más urgente que nunca.

Fundar y la Fundación Sadosky presentaron los resultados de sus recientes investigaciones
Fundar y la Fundación Sadosky presentaron los resultados de sus recientes investigaciones

¿Por qué las mujeres están en desventaja?


La desigualdad de género en la industria del software no es nueva, pero su persistencia plantea interrogantes sobre los factores que la perpetúan. Entre 1960 y 1970, las mujeres representaban el 60% de los estudiantes de computación en la Universidad de Buenos Aires. Hoy, esa cifra se ha reducido drásticamente: apenas el 9,5% de los estudiantes de carreras informáticas son mujeres.

Esta tendencia se refleja en el ámbito laboral, donde las profesionales de la industria enfrentan micromachismos, cuestionamientos a su capacidad técnica e incomodidades relacionadas con su género. Según Paula Luvini, investigadora de Fundar, el desafío no solo radica en incrementar la participación femenina, sino también en fomentar su acceso a roles de liderazgo, que requieren competencias avanzadas como el pensamiento abstracto y la gestión de proyectos, habilidades que suelen adquirirse a través de la formación universitaria.

El papel de la educación en la desigualdad


El informe de la Fundación Sadosky revela que la desconexión entre el sistema educativo y el mercado laboral es otro obstáculo para la profesionalización del sector. Si bien el mercado tecnológico ofrece salarios competitivos, más del 60% de los abandonos en carreras de informática ocurren en los primeros años, antes de que los estudiantes ingresen al mercado laboral.

Mara Borchadt, Directora de Program.AR, señala que este hallazgo desafía la creencia de que la alta demanda del sector es el principal factor detrás de la deserción. Por el contrario, el problema parece estar en las primeras etapas de formación. Crear sinergias entre universidades y empresas es clave para revertir esta tendencia y garantizar que más estudiantes concluyan sus estudios.

Un camino hacia la equidad y la sostenibilidad


Superar las brechas de género en la industria del software no solo es una cuestión de justicia social, sino también de competitividad. Los equipos diversos tienden a ser más innovadores y productivos, lo que puede potenciar aún más el dinamismo del sector.

Para lograrlo, los especialistas proponen medidas concretas, como introducir contenidos relacionados con tecnología y programación en la escuela primaria. Según Borchardt, el interés de las niñas por estos temas suele disminuir a partir de los 10 u 11 años, lo que subraya la necesidad de una intervención temprana.

Fernando Schapachnik, director ejecutivo de la Fundación Sadosky, enfatiza la importancia de entender cómo se encadenan las desigualdades entre la educación y el mercado laboral. "Promover la inclusión y profesionalización en este sector no solo fortalecerá sus potencialidades, sino que también contribuirá a la transformación del perfil productivo de Argentina", asegura.

El software puede ser una “punta de lanza” para el desarrollo del país, como afirmó María de las Nieves Puglia, directora del Área de Géneros de Fundar. Sin embargo, para que ese potencial se materialice, es esencial incorporar a la población que actualmente está subrepresentada. Construir un ecosistema más inclusivo y sostenible requerirá esfuerzos conjuntos entre el sistema educativo, las empresas y el gobierno.