Sin cepo: así se reconfigura el mercado del software en Argentina
24 de Abril de 2025Escribe Sergio Candelo, COO de Snoop Consulting
La liberación del cepo cambiario marca un punto de inflexión histórico para la industria del software argentina. Durante años, las restricciones distorsionaron la competitividad de un sector que, por naturaleza, opera en un entorno virtual donde las fronteras físicas y los impuestos territoriales pierden relevancia. El avance hacia un tipo de cambio unificado y transparente no solo restaura la normalidad necesaria para exportar servicios eficientemente, sino que también abre la puerta para recuperar el talento que emigró ante las limitaciones del sistema anterior.
La economía del conocimiento ha demostrado su potencial con creces, generando más de 9 mil millones de dólares en exportaciones anuales, con cientos de empresas nacionales compitiendo globalmente. Sin embargo, la brecha entre el dólar oficial y el paralelo obligó a muchas compañías a establecer filiales en el exterior simplemente para sobrevivir, provocando una innecesaria fuga de divisas y valor agregado. Esta normalización representa una oportunidad para diseñar una estrategia integral que incentive a las empresas a operar desde Argentina bajo condiciones claras, previsibles y competitivas.
Para consolidar este cambio, resulta imperativo abordar la problemática de los impuestos distorsivos que afectan al sector. Cargas como el Impuesto al Cheque a nivel nacional y los Ingresos Brutos provinciales erosionan la competitividad internacional de nuestras empresas. Su eliminación o reducción permitiría operar con mayor eficiencia, invertir en innovación y talento, y competir en igualdad de condiciones con empresas de otros países.
La reactivación exportadora impactará directamente en el ingreso de divisas y en la generación de empleo de calidad. El sector tecnológico ofrece salarios superiores a la media nacional, incluso para perfiles junior que superan ampliamente el umbral de pobreza, mientras que un desarrollador experimentado puede alcanzar ingresos equivalentes a múltiples canastas básicas. Esto convierte al software en un verdadero motor de movilidad social ascendente. Adicionalmente, la naturaleza remota del trabajo permite que el talento permanezca en su lugar de origen, fortaleciendo las economías regionales.
En 2024, los salarios en dólares comenzaron a alinearse con los valores internacionales, planteando un nuevo desafío: ya no basta competir por precio, sino por calidad, especialización y capacidad innovadora. Las empresas deberán destacarse por el valor agregado de sus productos y servicios, lo que exige formar talento con mayor profundidad y compromiso. Debemos desalentar discursos simplistas que prometen grandes remuneraciones tras cursos breves, cuando el mercado demanda una preparación seria y sostenida.
Este es el momento ideal para federalizar el talento argentino. Contamos con una robusta red de universidades, clústeres y polos tecnológicos distribuidos estratégicamente por todo el territorio nacional. Ciudades como Mar del Plata, Tandil, Córdoba, Tucumán y Mendoza ya albergan importantes concentraciones de empresas tecnológicas, a las que se suman más de 40 polos emergentes en diversas localidades del interior. La industria del software no requiere grandes urbes para prosperar: puede desarrollarse desde cualquier punto del país con conectividad adecuada. Aprovechemos esta capilaridad territorial para reducir asimetrías regionales y construir una Argentina más equitativa, donde el acceso al conocimiento se traduzca en oportunidades concretas para todos.
Argentina tiene hoy la oportunidad de consolidarse como un hub regional de tecnología y servicios digitales. Poseemos talento, creatividad, experiencia y un ecosistema emprendedor que ha demostrado ser resiliente y competitivo. Lo que necesitamos es un entorno económico estable que no castigue el esfuerzo productivo ni incentive la emigración de empresas y profesionales. La industria del software puede constituir un pilar fundamental en la reconstrucción económica del país, siempre que se le proporcionen las herramientas adecuadas para desplegar todo su potencial.
En definitiva, la salida del cepo trasciende lo meramente económico: representa una señal política que puede marcar un antes y un después. Si se complementa con una agenda que promueva la formación de talento, la inversión en innovación y la simplificación regulatoria, podremos transformar esta coyuntura en un verdadero salto estructural. La industria del software ya ha demostrado su capacidad; ahora es momento de apostar decididamente por ella, no solo para generar divisas, sino para construir futuro.
(*) Sergio Candelo: COO de Snoop Consulting