Luego de casi 14 meses de búsquedas e innumerables rumores y especulaciones, Amazon finalmente dio a conocer que su nueva sede se dividirá entre dos lugares: la ciudad de Crystal City, en los suburbios al sur de Washington, DC., en Arlington, Virginia, y Long Island City, en Queens, Nueva York.

La compañía planea invertir 5 mil millones de dólares para desarrollar sus dos nuevas oficinas; y en cada una dará trabajo a 25 mil personas.

Además, el gigante del comercio electrónico construirá una sede más pequeña, un Centro de Operaciones de Excelencia, en Nashville, Tennessee, donde tendrá otros 5.000 empleos corporativos.

Amazon selects New York City and Northern Virginia for new headquarters https://t.co/VRGeYdpoBy

— Amazon News (@amazonnews) 13 de noviembre de 2018

Si bien desde comienzos de este mes se había confirmado una doble locación para su HQ2, la noticia no deja de ser sorpresiva: el cambio en los planes se produjo después de que los ejecutivos de Amazon llegaron a la conclusión de que podrían reclutar más de los mejores talentos tecnológicos si extendían la oficina en dos ubicaciones.

Además, al reducir a la mitad el tamaño de la obra, podría aliviar los potenciales problemas de vivienda, tránsito y traslados, cuestiones decisivas en cuanto a los criterios de selección.

El proceso, recordemos, ha sido extenso y muy comentado: en septiembre del 2017, Amazon solicitó a los gobiernos y alcaldías estadounidenses que le enviaran propuestas para construir su HQ2, logrando que 238 ciudades, estados y provincias de Estados Unidos, Canadá y México respondieran a la convocatoria; la compañía redujo en enero de este año a 20 los candidatos.

Con Nueva York y Virginia como las elegidas, más de un medio norteamericano se pregunta si era necesario semejante creación de expectativas (con las consecuentes especulaciones inmobiliarias) para terminar optando por el centro político y el centro económico del país.