Sistemas heredados versus la nube: ¿quién está ganando la batalla?
28 de Mayo de 2024Escribe José María López, COO de Nubity
Sabemos que no es un secreto que la modernización de la infraestructura tecnológica y la migración a la nube son una necesidad, y no una opción, a fin de mantener la competitividad en un entorno empresarial cada vez más digitalizado. Sin embargo, para las organizaciones que dependen de sistemas heredados, el proceso no es tan sencillo.
Los sistemas heredados o legacy son tecnologías o aplicaciones de software antiguas que, aunque puedan parecer estar funcionando de manera adecuada en la operación diaria, con el tiempo se vuelven obsoletas o incluso pueden obstaculizar el crecimiento y la innovación del negocio.
Justamente, uno de los obstáculos que enfrentan estas empresas, y sus responsables de TI, para dar el paso hacia la modernización, es la comodidad y familiaridad con los sistemas existentes, ya que después de años de operaciones estables, cambiar a una nueva infraestructura puede parecer arriesgado.
La contracara de esta resistencia al cambio es que los líderes tecnológicos se encuentran a diario con la imposibilidad de realizar tareas habituales en una operación en la nube: integración de sistemas (CRM, bots, etc), generación de reportes y utilización de Business Intelligence, acceso a soluciones innovadoras con Inteligencia Artificial, creación de nuevas funcionalidades, actualización permanente del software, entre otras.
A esto hay que sumarle la inversión económica y el tiempo requerido, ya que muchas veces las organizaciones con tecnología heredada manejan grandes volúmenes de datos y deben cumplir con numerosas normativas y regulaciones, lo que desalienta la transformación.
La modernización de sistemas implica un cambio significativo, pero no necesariamente abrupto. Esto abre la posibilidad de trasladar partes selectas de la carga de trabajo a la nube y mantener algunos sistemas legacy hasta que estén listos para la transición; también se pueden actualizar aplicaciones existentes para hacerlas compatibles con la nube; así como adoptar arquitecturas nativas de la nube para mejorar la flexibilidad y escalabilidad.
Si bien la migración puede parecer desalentadora, presentan beneficios y oportunidades que valen la pena, por ejemplo:
- Brindan escalabilidad: otorga capacidad de implementar cambios rápidamente y escalar según las demandas cambiantes del mercado.
- Mejoran los costos: elimina la necesidad de inversión en hardware costoso y mantenimiento continuo.
- Mayor seguridad: los proveedores de servicios en la nube se encargan de la seguridad y las actualizaciones del sistema, además de que cuentan con medidas más avanzadas, como cifrado de datos, acceso controlado y monitoreo continuo.
- Ofrecen time to market de producto o servicio: acceso a soluciones innovadoras, como IA y análisis avanzado, para impulsar el crecimiento del negocio.
Para poder encarar una migración, la empresa debe dar unos primeros pasos y poner el foco en:
- El inventario: Una migración demanda la comprensión de dependencias, integraciones y requisitos de rendimiento. Para ello, se debe llevar a cabo un inventario completo de las aplicaciones y datos con la intención de identificar los componentes que puedan ser migrados, refactorizados o reemplazados.
- Las regulaciones: también implica un alto grado de responsabilidad y seguridad en la gestión de los datos. Por este motivo, antes de iniciar cualquier implementación, es necesario revisar los requisitos y normativas específicas que exigen los gobiernos y la propia industria a la que pertenece la empresa. Por ejemplos, el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR), la ley HIPAA (sobre la privacidad de información médica) o el estándar PCI DSS (para proteger la información de usuarios de tarjetas de crédito y débito).
- El enfoque incremental: se recomienda adoptar un enfoque por fases incrementales, que implica evaluar los sistemas actuales y las necesidades comerciales, para elaborar una estrategia de migración detallada con objetivos claros, cronogramas y asignación de recursos necesarios. Esto permite priorizar las aplicaciones críticas y de alto valor para el negocio, migrándolas primero y refinando el proceso antes de pasar a las siguientes fases. En estos casos, el enfoque será distinto y dependerá de cada cliente.
- El monitoreo y las actualizaciones: una parte fundamental para una transición exitosa es la incorporación de herramientas de monitoreo y gestión de rendimiento para garantizar que los sistemas funcionen de manera óptima en su nuevo entorno. Además, se deben realizar ajustes y optimizaciones continuas para maximizar el valor de la inversión en la nube.
En conclusión, poner en funcionamiento nuevas herramientas, no solo implica cambios tecnológicos, sino también culturales y organizativos. Es crucial involucrar a los equipos de TI y colaboradores, y capacitarlos para garantizar que puedan aprovechar al máximo los nuevos entornos y capacidades tecnológicas.
(*) José María López: COO de Nubity