La Fundación de Bill Gates subsidió un proyecto argentino
Por Lucas Delgado 27 de Mayo de 2010La doctora Juliana Cassataro recibió el apoyo económico para continuar con sus investigaciones en vacunas innovadoras. El fundador de Microsoft anunció que destinará 10 mil millones a proyectos similares en todo el mundo
La Fundación Bill & Melinda Gates posó su mirada en Argentina y otorgó a la doctora Juliana Cassataro una importante suma de dinero para continuar con sus investigaciones en el Laboratorio de Inmunogenética del Hospital de Clínicas y en el Instituto de Estudios de la Inmunidad Humoral Profesor R. A. Margni–Idehu del Conicet.
En enero de este año, el fundador de Microsoft anunció en el Foro Económico Mundial de Davos que destinaría 10.000 millones de dólares al financiamiento de proyectos en relacionados con ese rubro y también con kits de diagnóstico de enfermedades infecciosas. Siendo una de las condiciones para obtener el beneficio, que se trate de una idea innovadora.
En diálogo con Canal AR Cassataro señaló que su proyecto fue evaluado de forma anónima de manera que el jurado a cargo no conocía al equipo que lo lleva adelante. Es la primera vez que la orgenización de Gates llega a Argentina. En la ronda presentaron un total de 2.700 participantes del mundo y fueron seleccionados 78, de 18 países.
La joven investigadora adjunta del Conicet, que trabaja en vacunas contra la brucelosis, descubrió a partir de los resultados de la tesis doctoral de Karina Pasquevich, que había una proteína que no necesitaba del adyuvante.
Con la ayuda económica que consiguieron a través de la Fundación Bill & Melinda Gates, junto a su equipo de investigadores tratará no sólo de aumentar la respuesta inmune, sino de dirigirla adonde sea necesaria. “Es decir, inducir una respuesta cualitativa y cuantitativamente diferente dependiendo del patógeno para el cual se aplique la vacuna”, afirmó.
Con la ayuda económica que consiguieron a través de la Fundación Bill & Melinda Gates, junto a su equipo de investigadores, tratará no sólo de aumentar la respuesta inmune, sino de dirigirla adonde sea necesaria. “Es decir, inducir una respuesta cualitativa y cuantitativamente diferente dependiendo del patógeno para el cual se aplique la vacuna”, afirmó.
Según Cassataro, en la primera etapa, que tendrá lugar durante este año, intentarán encontrar que si la proteína es un buen adyuvante por vía oral. De ser así, podrán pasar a la segunda fase en la que se pondrá a prueba con diferentes agentes patógenos.
Un giro de timón
Las vacunas que no utilizan microorganismos vivos (acelulares) están compuestas por un antígeno (sustancia que desencadena la formación de anticuerpos y puede causar una respuesta inmune) y un adyuvante o potenciador, que es el que aumenta la respuesta del primero, sin hacer daño. Los adyuvantes que se utilizan están basados en aceites minerales o sales de aluminio y son los que inducen principalmente anticuerpos.
El contar con una proteína que induzca la protección sin requerir de un potenciador, dio lugar a la hipótesis de que puede ser usada directamente con otros antígenos. Hay dos razones por las que el adyuvante hace su tarea: porque estimula el sistema inmune, y porque hace que el antígeno no sea degradado, o sea, que esté más tiempo en el sistema.
El equipo está integrado por Juliana Cassataro, Guillermo Giambartolomei, Lorena Coria, Andrés Ibáñez, Victoria Delpino, Karina Pasquevich, Alberto Fossati, Paula Barrionuevo y Clara García Samartino. |
Ante el descubrimiento de Cassataro, los estudiantes de doctorado Andres Ibañez y Lorena Coria están probando el adyuvante para aumentar la respuesta de vacunas en general y lograr así inmunidad anti-infecciosa, obteniendo resultados alentadores tanto por vía parenteral como oral. Lo que estudiarán, a partir de ahora, es si también puede inhibir la acción de proteasas, constituyendo un novedoso mecanismo de potenciación de la respuesta inmune.
Más información: www.conicet.gov.ar, www.gatesfoundation.org.