¿Qué tienen que ver el género y la programación?

Escribe Lucia Mazzotta, asesora en Perspectiva de Género y Diversidad en la iniciativa Program.AR, Fundación Sadosky

Los sistemas educativos juegan un papel central en promover el interés de las niñas e infancias LGBTTI+ en las disciplinas STEM (siglas que, en inglés designan a la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y en proporcionar igualdad de oportunidades para acceder y beneficiarse de una educación de calidad. Para ello, deben ser cuidadosos en habilitar espacios de aprendizaje en donde no se reproduzcan prejuicios y estereotipos de género.

Abordar estos temas desde la especificidad de las Ciencias de la Computación continúa siendo un desafío en las aulas ¿Qué tienen que ver el género y la programación? ¿Cómo trabajar la diversidad sin dejar de abordar los contenidos específicos? ¿Qué cambios se pueden implementar en las dinámicas áulicas para tornarlas espacios más inclusivos? Son algunas de las preguntas que en los últimos años vienen permeando las propuestas pedagógicas y formativas de la iniciativa Program.AR de la Fundación Sadosky.

La Educación Sexual Integral (Ley 26.159) es el derecho de las infancias y adolescencias a recibir una educación más inclusiva, libre y justa. Pero, además, es una valiosa herramienta que disponemos quienes ejercemos la docencia para pensar y proponer experiencias de aprendizaje transformadoras. Con la ESI como brújula, fuimos desarrollando algunas sugerencias para abordar la tarea.

Empezar por lo que nos pasa como docentes. Nuestros posicionamientos y valoraciones


Cuando enseñamos, ponemos en juego lo que pensamos, sentimos y creemos. Desde la ESI se nos invita a comenzar revisando nuestras propias trayectorias educativas y de formación para identificar aquellas valoraciones y creencias relacionadas con los géneros que fuimos aprendiendo en ese camino y atender si estamos poniendo en juego alguno de estos estereotipos en cada acto pedagógico.

Afinar la mirada en cada momento de la clase


Sabemos que no sólo enseñamos los contenidos específicos que abordamos en cada clase. Lo hacemos también en las dinámicas y las interacciones que tienen lugar en el proceso de enseñanza y aprendizaje. El desafío es atender a estas dinámicas en cada momento de la clase y buscar herramientas creativas para desarmar viejos esquemas y proponer relaciones sociales y educativas más inclusivas y transformadoras.

Por ejemplo, al organizar los grupos de trabajo tenemos la oportunidad de mirar la clase desde la lupa de la ESI. ¿Trabajan siempre con sus amistades? ¿Se separan en “chicos” y “chicas”? ¿Qué prejuicios sostienen esta forma de agrupamiento? Durante el desarrollo de las actividades podemos mirar también cómo se vinculan dentro de cada grupo, si lo hacen en forma colaborativa o bien monopolizando el acceso a los dispositivos computacionales. Afinar la mirada en este punto resulta un ejercicio muy valioso cuando tenemos en cuenta que les estudiantes llegan a la escuela con un bagaje de saberes previos desigual, muchas veces vinculados a los estereotipos de género que pueden afianzar la brecha digital y donde las instituciones educativas tienen un rol privilegiado para reducir esta brecha de origen. Hacia el cierre de las clases, durante el intercambio oral, una tarea fundamental será cuidar y promover la distribución de la palabra, acordando en el aula intervenciones respetuosas de la diversidad de posturas y opiniones. Este momento será una oportunidad también para identificar si persisten ideas estereotipadas acerca de las habilidades “de chicos” y “de chicas” y prestar atención para abordarlas y desarmarlas.

Los personajes de Pilas y los desafíos que nos proponen


Para propiciar experiencias educativas inclusivas y promotoras de la equidad de género, necesitamos revisar también las imágenes que elegimos para acompañar los contenidos específicos. Con esta premisa, los personajes de los desafíos de Pilas Bloques, la aplicación para enseñar a programar desarrollada por la Iniciativa Program.AR, fueron pensades y diseñades para movilizar algunas ideas sociales en torno a los tradicionales roles y estereotipos de género, identidad de género, expectativas de comportamiento, habilidades y cualidades.

Como docentes e integrantes de la comunidad de las CC, sostenemos que tenemos una responsabilidad en las aulas de contribuir a desnaturalizar los prejuicios socioculturales de género que profundizan la brecha digital y de generar estrategias creativas para incentivar la inclusión de estudiantes mujeres y de identidades de género trans y no binarias al campo científico.

(*) Lucia Mazzotta: Asesora en Perspectiva de Género y Diversidad en la iniciativa Program.AR, Fundación Sadosky