IT al servicio del Cóndor Andino
Por Darío Drucaroff 22 de Marzo de 2004Para los pueblos originarios de América Latina, el cóndor es respetado y valorado por ser quien lleva su mensaje a Viracocha (Dios). Con su advenimiento, el conquistador trató de desvanecer el nexo divino. Tal es así, que hoy el cóndor andino está en peligro de extinción, principalmente por la falsa creencia de que es cazador y que arrasa con el ganado, cuando en realidad es un animal estrictamente carroñero (se alimenta de animales muertos). Hoy, el Proyecto de Conservación Cóndor Andino (PCCA) lleva adelante un programa para su conservación, a través de la incubación artificial, cría en aislamiento humano, rehabilitación de ejemplares silvestres y su posterior liberación en ambientes naturales. Los ejemplares liberados portan un transmisor satelital que es monitoreado día a día por satélites franceses, con la asistencia técnica de la NASA y un particular software argentino. Conozca el rol que juegan las tecnologías de la información en este proyecto
En Argentina, en 1991, se dio origen al Proyecto de Conservación Cóndor Andino (PCCA), organizado hoy por el ZOO de Buenos Aires, la Fundación Temaikén y la Fundación Bioandina Argentina (FBA), el cual cuenta con el apoyo de prestigiosas instituciones, nacionales e internacionales, para llevar adelante su principal objetivo: asistir a la conservación de estas fabulosas aves y su majestuoso ecosistema.
El cóndor andino es el ave voladora más grande del mundo. Cuenta con una altura de 1,30 metros y una envergadura alar de 3 metros. Su tasa reproductiva es muy baja, ya que en la naturaleza cría un solo pichón cada 3 años. Con el fin de maximizar la reproducción de los cóndores en cautiverio, cada año se retira el primer huevo puesto por la pareja, para ser incubado en el Centro de Incubación Artificial, que se encuentra en el ZOO de Buenos Aires. Luego, se cría a los pichones en aislamiento humano, con la asistencia de títeres de látex que representan al macho y la hembra, para que, una vez que han completado su plumaje, puedan ser liberados en su hábitat natural.
"En el Centro de Rescate, que se encuentra en Temaikén, también se reciben ejemplares silvestres que han sido hallados lastimados o decomisados por las autoridades de fauna provinciales", explicó Juan Milesi, miembro del equipo de seguimiento de los cóndores a través del sistema informático de Bioandina. El rol de las tecnologías de la información en el proyecto es definitorio: cada cóndor rehabilitado posee un transmisor satelital que permite a la fundación hacer un seguimiento geográfico exhaustivo.
El recorrido de la información para su seguimiento es el siguiente: los transmisores satelitales llevados por los cóndores funcionan alimentados por una batería y un diminuto panel solar. Transmiten durante 10 horas, permaneciendo las siguientes 20 horas apagados. Emiten una señal que es captada por satélites de la empresa Argos, de Francia. Estos envían la información hacia las bases de la NASA, en Estados Unidos, que luego la distribuye vía e-mail, llegando así los datos satelitales a la sede del proyecto. Por último, un aplicativo, el Decosat, desarrollado por Marcelo Benavent, Presidente de la FBA, procesa la información, haciendo posible su visualización y estudio.
Made in Argentina
"Record: Belén voló más de 100 Km.", muestra la aplicación al ejecutarse en la computadora de la FBA, dentro del predio del Zoo. Está desarrollada en Visual Basic y alimenta la base de datos con la información de los e-mails enviados desde la NASA.
En un simulador de vuelo, también desarrollado por la FBA, que ayuda a comprender mejor los patrones de los desplazamientos, pueden observarse los vuelos de los cóndores en los últimos días. Gracias a esta tecnología y el uso de sistemas de información geográfica es posible descubrir el uso que el cóndor hace del ambiente, sus dormideros, su capacidad de vuelo, preferencia de hábitat, entre otras cosas. Veamos cómo muestra el "Decosat Vuelos" la posición de cada cóndor en seguimiento:
A la izquierda puede verse Santiago de Chile. En sus cercanías se aprecian los vuelos de Millaray, Che, Guazú, Huaca, Lonco y Machi.
Mallki, Malén, Guaytamari y Wichi sobrevuelan las cercanías de la meseta de Somuncurá, en la costa Este de la Patagonia, Río Negro, Argentina.
El seguimiento por computadora se hace desde 1997, aunque anteriormente la interpretación de la información satelital se realizaba por medio de una carta topográfica de papel, con un acetato transparente puesto encima, en el que se marcaban con fibras indelebles de distintos colores las ubicaciones de los cóndores.
El mito del cóndor
El proyecto genera optimismo en los aspectos técnicos así como en los culturales: "No es que las poblaciones de cóndores se reducen porque no se pueden reproducir, sino porque el hombre las somete a grandes presiones. Existe la errónea creencia de que el cóndor es cazador, aunque es estrictamente carroñero. Esto lo podemos afirmar gracias a miles de horas de observación a campo", dijo Milesi. "Además, se hace evidente en su anatomía: el cóndor no tiene plumas en la cabeza, esto es de gran importancia para cuando la mete en el cuerpo de los animales muertos de los que se alimenta, donde se llena de sangre. Si estuviera cubierta de plumas podría infectarse. Al carecer de ellas con exponerse al sol se secan los restos y se libera de las posibilidades de infección. Además, tiene el dedo posterior reducido (similar a la pata de una gallina), por lo que no tiene poder prensil, siendo imposible que agarre algo con sus patas, diferenciándose mucho de un águila, por ejemplo, que es un animal cazador."
"Este mito es muy difícil de desarraigar, sobre todo en la gente del campo. El poblador se levanta a la mañana y ve un grupo de cóndores comiendo una de sus vacas, pero la realidad es que el cóndor la encontró muerta, nunca pudo haberla cazado", explicó el miembro del equipo de seguimiento de los cóndores a través del Decosat.
Para difundir los alcances del proyecto y la problemática de conservación, existe un área educativa que realiza charlas en colegios de Capital Federal y Gran Buenos Aires, así como en las áreas de influencia en las que se llevan a cabo las liberaciones.
Debe destacarse que esta especie cumple dos funciones importantísimas: al alimentarse de animales muertos limpia el ambiente de posibles focos infecciosos, cumpliendo así un invalorable rol como basurero natural; además, es el único carroñero que por la forma característica de su pico puede abrir los cueros duros de grandes animales, permitiendo que otras especies carroñeras menores se alimenten, desatando de esta manera la cascada alimenticia natural.
Milesi, que también estudia Ingeniería en Ecología, reflexiona: "¿Cuánto le lleva al hombre matar a un cóndor? Apenas unos segundos..... en cambio, a nosotros nos lleva tres años criar y liberar a cada uno".