Una de las recurrentes preguntas que me hacen, pensando en la industria del software, es la sustentabilidad a lo largo del tiempo. Y una de las formas de saber cómo estamos en este sentido, es mirar que está pasando con nuestras jóvenes empresas. Y cuánto saben de Rosas. Veamos por qué.
En “El Jardín Botánico del Software” describimos un modelo empresarial que podría ser aplicable a las empresas tecnológicas, especialmente las relacionadas con el desarrollo de software.
Luego pasamos a “del jardín botánico al cultivo intensivo” donde describimos los modelos que a mi entender podrían ser aplicables, no ya a una sola empresa si no a toda una industria. Reflexionemos juntos en esta ocasión, sobre los posibles “Jardines de Thays” del futuro.
Charles Thays, fue un paisajista francés que diseñó varios de los mejores parques de Argentina. Entre ellas, el Jardín Botánico, el Rosedal, los bosques de Palermo de Buenos aires o el parque Sarmiento de Córdoba, entre tantos lugares. Una hectárea parquizada por Thays, hoy se cotiza 10 o 20 veces por encima del valor del campo donde está asentado. Y eso, es sin dudas agregar valor. De la misma forma, las empresas que entienden que los mercados esperan soluciones diferenciadas, encuentran que los consumidor están dispuesto a pagar el costo de una u otra manera, y las inversiones fluyen más fácilmente. O sea, agregar valor
Muchas veces, vienen a verme emprendedores para contarme de sus proyectos o empresas, y frecuentemente les hago la siguiente analogía relacionada con la jardinería. "Vean las dos rosas adjuntas. ¿Cuál es la mejor?", les pregunto. Una gran mayoría me responde que la primera. Es blanca, tiene menos imperfecciones y luce bien.
Sin embargo, la respuesta acertada es la segunda, porque tiene tallo largo y recto. Las rosas de tallo corto, aun que sean muy bellas, no tienen casi mercado, por lo cual son descartadas.
Igual ocurre en el mundo de los negocios. No basta tener un producto lindo, diferente o bueno. Tiene que estar apoyado en un negocio posible, algo que haga que lo bueno, se transforme en comercialmente apto como para conformar una empresa. Y una de las mejores pruebas son los casos como Google y la historia de Eric Smith allí, o el propio Bill Gates y Microsoft en sus orígenes.
Por múltiples razones, Argentina es una región donde los nuevos emprendimientos “brotan solos”, sin necesidad del impulso de políticas públicas (o al menos, aún que falten estas). Miles de empresas se generan cada año, especialmente en software, donde la demanda de capital es menor. Un estudio realizado por la SEPYME de hace un par de años, demostraba que este es el sector de cualquier actividad que mayor número de empresas creaba en Argentina, seguido por la construcción, un 70% por debajo.
Por otra parte, el fenómeno emprendedor es muy propio de sectores como el tecnológico en largo del mundo, y no es difícil encontrar detrás de las grandes empresas un origen emprendedor. Intel, Microsoft, Google, Oracle y muchas otras tienen un pasado en común: personas que se decidieron a llevar adelante un proyecto y se convirtieron en líderes mundiales.
Muy posiblemente el fenómeno emprendedor en nuestro país (que se destaca considerablemente del resto, incluyendo América Latina), provenga de las corrientes inmigratorias que conformaron nuestra población. Muchos europeos (especialmente los primeros en venir), tenían profesiones liberales (carpinteros, zapateros, imprenteros, agricultores, etc.), e intentaron recrear sus actividades en esta nueva tierra. Si hacemos un repaso rápido de los mayores conglomerados productivos que prosperaron durante el siglo XX, veremos que casi en su totalidad fueron a iniciativa de jóvenes inmigrantes o descendientes de estos, que encararon sus propios negocios. Por el contrario la inmigración de trabajadores manufactureros fue muy baja, dado que era el tipo de actividad que estaba mejor remunerada por aquel entonces, o tenía demanda. Y las clases pudientes autóctonas, estaban orientadas a la explotación del campo.
Lo cierto es que provenga de donde provenga, es un fenómeno que no deja de sorprendernos, dejándonos una sensación de saludable optimismo. En los últimos tiempos hemos visto iniciativas de los diferentes gobiernos nacionales o regionales, para apoyar esta clase de nuevos empresarios. Y de numerosas ONGs, Universidades y empresas trabajando en el mismo sentido. En algún caso ofreciendo subsidios o incubación de empresas. En el otro capacitación o tutelaje.
Estos apoyos aún son relativamente anárquicos, dado que son independientes unos de otros y al fin, pueden estar apoyando los mismos proyectos haciéndoles perder el foco, pero seguramente la práctica del uso de los mismos hará que se encuentre alguna especie de articulación que haga más eficiente su uso.
Algunas de estas entidades o programas gubernamentales, han logrado dar resultados interesantes, como son los de algunos centros de incubación universitaria, la Fundación Endeavor, Emprear, el Fonsoft del Ministerio de CyT, los gobiernos como el de la ciudad de Bs.As., provincias como San Luis, Córdoba, Santa Fe, y muchas otras, o iniciativas como las del Banco nación, los XX Valleys, et., etc., solo por mencionar alguna de ellas (y pido disculpas por no nombrar a todas, porque son muchas realmente). Creo que merecería que se realice un censo de las oportunidades para que los emprendedores tengan a mano un menú de ofertas ágil que les permita conocer quiénes están dispuestos en apoyarlos.
Ahora miremos algunas características comunes que tienen estos emprendimientos. Primeramente, provienen en gran medida de personas ligadas a la universidad, en general estudiantes. Segundo, están mirando los proyectos como globales, pensando muy poco en el mercado local como un consumidor único. Tercero, tienen en mente que el negocio necesitará de capital y que este se encuentra en los grandes centros de decisión financiera, por lo tanto licuarse es casi una condición imprescindible. Cuarto, y para mí no menor, siempre, siempre, están mirando que el negocio se base en un desarrollo o elaboración de un producto o servicio distintivo y único, diferenciado de cualquier otro que exista mundialmente o al menos localmente. Es muy difícil encontrar entre este grupo de emprendedores personas que estén pensando en montar un centro de desarrollo de software sin ninguna clase de valor agregado que signifique solamente facturar horas. Por el contrario, siempre hay un producto, un desarrollo o una idea que es singular y atrayente, y es ésta la que quieren motorizar…”Enhorabuena” como dicen los españoles. Esta es la parte que mas me entusiasma, porque estamos hablando de gente que quiere hacer algo que se destaque y que genere mucho mayor valor de lo que significa horas hombre x una tarifa razonable.
Dicho en otras palabras, todos están tratando de trabajar en el cultivo de rosas, y más amplio aún, en el cultivo de plantas variadas, pero exóticas y diferenciadas, con características distintivas. Y allí radica un gran valor, dado el poder de multiplicación que esto tiene.
Hay veces que estos jardineros se entusiasman mas por la rosa en sí misma (el producto en nuestro caso), y no prestan atención al negocio que podría haber en él. Y por lo tanto no distinguen que si no trabajan en la genética de la rosa con tallo largo, será materialmente imposible venderla en el mercado. Es aquí donde los programas de empowerment y tutorías cobra un significativo rol, porque son quienes facilitan que el esfuerzo se canalice de la mejor manera, para lograr los mayores resultados y con menores costos de todo tipo.
Y en este escenario que presenta Argentina, no resulta pues extraño encontrar tantas empresas exitosas que provinieron de emprendedores. Lamentablemente muchas de ellas ya en manos de otros accionistas, por la licuación (o venta) a la que tuvieron que someterse como parte del procedimiento de crecimiento. Pero de esto ya hablaremos en otra oportunidad.
En suma…parece que tenemos los viveros cargados de plantas, muchas de ellas muy buenas. Algunas necesitan de tutores y guías que las ayuden a crecer. Otras ya demuestran su capacidad, creciendo por si solas. Y entonces no resulta extraño que ganen premios (como Wormhole IT semana pasada), u otros en los múltiples programas de incentivos que existen.
Me quedo con una sensación de optimismo…Las rosas crecen y eso es de por sí, muy bueno. Ojalá tantos programas de estímulo, ayuden a que muchas de ellas sean productivas.
Publicado por Carlos Pallotti el Martes 3 de Noviembre de 2009
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