A pocos días de comenzar el 2010, año que marcará el inicio del tercer siglo como país independiente, el debate sobre la construcción de una economía montada sobre empresas de base tecnológica, parece no estar en centro del debate de la agenda nacional.
Hagamos unas reflexiones sobre esto.
En Febrero de este año 2009, abrimos este “cuaderno en blanco” como titulamos nuestra primer columna de opinión, cedida gentilmente por Canal-Ar. Durante el año estuvimos transitando por varios aspectos que hace al desarrollo de una industria tecnológica, en especial relacionada con las tecnologías de la Información.
Tuvimos especial cuidado en evitar el análisis de los temas de la coyuntura, ligados a las nuevas tecnologías, o su aplicación en nuestro entorno. Por el contrario tratamos de abordar aquellos que hacen al planteo de mediano plazo, sobre las bases en las que se estructura una industria de este tipo, en lugar del debate de las tecnologías de moda. Esto obedeció a dos razones. Por un lado existen especialistas calificados que pueden seguramente incursionar en esos temas mejor que yo, y prueba de esto son los colegas que tan acertadamente han escrito otras columnas de opinión en este medio. Y por el otro, porque entendí que las tecnologías pasan pero los procesos no, y el debate de fondo debe inexorablemente tener la profundidad adecuada en los temas de mediano y largo plazo. Y estos sin dudas están muy relacionados con las condiciones de todo tipo que un país y su ecosistema local, deben crear para su desarrollo.
Es por eso que analizamos temas de posicionamiento de nuestro país, la asociatividad, el modelo de desarrollo de una industria, los resultados de las políticas públicas, y los desafíos a los que se enfrenta la actividad,entre otros temas. Todo dentro de un contexto temático influenciado claramente en lo que hemos denominado el modelo de desarrollo “Valueshore-Valuesoft” para nuestro país.
Nos han quedado los borradores de columnas relacionadas con al menos media docena de otros temas (exportaciones, management empresarial, casos emblemáticos de Argentina, temas sobre los que no se habla, medio electrónicos, etc.). Tal vez en el próximo año podamos tener la lucidez mental y el espacio necesario para completar los mismos, con el nivel de rigurosidad adecuado.
En el medio tuvimos que lidiar con cierta clase censura que en algún momento se intentó ejercer contra esta columna, y su natural consecuencia que es la auto censura. Esto no evitó que los temas que entendí que deberían tener una reflexión hayan sido publicados, pero posiblemente disminuyó el caudal de generación de los mismos.
Los mas de 10.000 lectores que han accedido a esta columna durante el año, a un promedio de 620 cada vez, muestran que aún con los errores propios de un lego en redacción, los temas tratados hayan despertado interés. Y en este camino nunca dejamos de responder a ninguna acotación, crítica o comentario, sabiendo que unos y otros son valiosos para la construcción colectiva. En fin, tratamos que cada tema tenga la profundidad necesaria como para que pueda ser entendido sin generar documentos demasiado densos.
Pero digo que entraremos en el tercer siglo de historia como nación independiente, y al igual que las personas lo hacen cuando cambian de década, puede ser buen momento para hacer algunas reflexiones, especialmente de cara al futuro.
En una generalización que comparto en buena medida –sabiendo que toda generalización implica perder profundidad-, se dice que la economía ligada al campo, es la principal fuente de financiamiento del país (sin cosechas y producción agropecuaria, tendríamos serios problemas). Y que la industria es la principal fuente del empleo (sin industria sobraríamos 20 millones de Argentinos, UIA dixit). Yo me atrevo a completar esto diciendo que sin empresas y sin una economía de base tecnológica, el país carece de futuro, al menos sustentable. No se trata de pensar que es una cosa o la otra, todo converge en economías semi-integradas como la Argentina. Pero está demostrado que los países compiten hoy día por la capacidad que tienen de acceder –y más aún de crear-conocimiento. El campo ya no produce como hace veinte y o treinta años. Los adelantos tecnológicos en la producción, genética, y logística, hacen que sea altamente tecnificado, lo que lo torna eficiente en el siglo XXI. Las empresas Argentinas que se destacan en el mundo (no tantas lamentablemente), lo hacen sobre la base de altas dosis de conocimientos específicos, desarrollos avanzados o procesos sofisticados, muchos de ellos producidos desde sus propios laboratorios.
Los países pueden constituirse en manufactureros, con diseños extranjeros o mediante el uso de patentes foráneas. También puede ser proveedoras de servicios tercerizados y comandados a distancia. O más aún, ser factorías productivas para su propio consumo en segmentos de baja competencia. Todo esto marca un camino a la dependencia, primeramente económica y luego política.
Claro que es para festejar que se abran nuevas fábricas o centros productivos de empresas internacionales, porque seguramente darán trabajo a muchas personas y ayudarán al crecimiento regional. Pero más aún debemos alegrarnos que podamos desarrollar nuestras propias capacidades en algunos campos, que nos permita incorporar conocimiento en productos o servicios, o mejor aún, liderar segmentos de mercados en base a nuestras ventajas competitivas.
Por supuesto no estoy hablando que todo es posible, porque sería una expresión del voluntarismo estéril al que muchos dirigentes nos tienen acostumbrados. Se trata de ganar espacios y conocimientos utilizando nuestras capacidades humanas, nuestro terreno de experimentación y por qué nuestra capacidad de producir ahorro y esfuerzos que lo hagan posible. Encontrar un patrón de especialización, o dos o tres, debería ser sin dudas una actividad primordial en la que deberían estar pensando los “think tanks” de los partidos políticos argentinos.
Y cuando hablamos de conocimiento y de economía, no podemos soslayar la relevancia de contar con una sólida base de empresas de base tecnológica. No me refiero a las TICs solamente, sino a un espectro mucho más amplio. Bio, Nano, tecnologías de materiales, de alimentos, o de la salud, entre otras, solo por mencionar algunas áreas específicas. Si ayudamos a que desarrolle esta base productiva, seguramente estaremos en mejores condiciones de negociar e intercambiar productos con otras regiones, que tendrán sus propias capacidades adquiridas, en esta aldea global en la que se ha convertido el mundo. No podemos hacer bien lo que otros están haciendo desde hace mucho, con enormes presupuestos y soporte político y financiero. Pero podemos encontrar nuestros espacios, desde donde hacernos fuertes en algunos segmentos del mercado. Algo de esto hemos hablado en algunos artículos ligados al tema software, pero lo aquí expuesto trasciende ese marco.
Y esta economía tecnológicamente sustentada, debe rigurosamente articular las acciones para que la mejor capacidad de pensamiento de la ciencia, mayormente producida desde entes públicos, pueda conjugarse con la capacidad productiva de las empresasy de esa manera conformar un círculo virtuoso.
Un último punto relacionado merece una reflexión. Muchas veces se confunde el acceso al conocimiento con la generación (o apropiación) del mismo. Por ejemplo, podemos tener toda la población conectada a internet con buen ancho de banda. Seguramente nuestros jóvenes tendrán mejor acceso al conocimiento. Pero esto no nos hace mas sabios ni capacitados. Así también que no nos convierte en un país basado en el mismo, y menos aún una economía producida desde allí. En ese caso seremos usuarios de lo que las tecnologías habiliten, pero no de lo que los productores de ellas sepan.
No estoy seguro que en el 2010 esto se vaya a discutir en profundidad esto, pero hay indicios que la sociedad comienza tomar nota que este no es un tema menor, y que no podemos seguir pensando en la segunda década del siglo XXI, como lo hacíamos en el XX. Argentina tiene problemas agudos (y no me refiero a tal o cual administración sino a la sociedad colectivamente) como la marginalidad social, la poca capacidad de generar riqueza -y empleo- de manera sostenible, la mediocridad en la que está sumergida buena parte de su clase dirigente (en la que me incluyo, of course), y algunas otras. Y es por eso que muchos policy makers, consideran los temas tecnológicos y la economía basada en el conocimiento como algo que deberán pensar otras generaciones. Grave error. Porque uno de los factores que nos hace tener algunos de los problemas mencionados, es precisamente la ausencia de un debate del modelo productivo de país que deberíamos tener.
Y finalmente velar por el ecosistema. Todos deben progresar, los pequeños, los medianos y los grandes. Aquellos con vocación de árbol por decisión propia o herencia, deben tener la suficiente habilidad para ayudar a que otras plantas crezcan en el entorno. De nada sirven grandes árboles, sin una flora superficial que les permitan crecer por su generación de material orgánico qrápidamente. Ni tampoco crecen las plantitas, sin grandes arbustos que los defiendan de las heladas y vientos.
Les agradezco a los editores de Canal-Ar que me ofrecieron este espacio de reflexión en este año, sin ninguna clase de especulación ni lineamientos. Seguramente estarán meditando si ha sido un error convocarme. Pero mientras ellos deciden que hacer en este espacio para el próximo año, quisiera terminar diciendo que más que desearles a todos que les vaya bien en el próximo año, los convoco a que hagamos algún compromiso para que las cosas vayan bien. Lo primero está ligado a lo lúdico. Lo segundo al esfuerzo.
Yo creo en el esfuerzo. Feliz tercer siglo.
Publicado por Carlos Pallotti el Lunes 28 de Diciembre de 2009
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