Reiteradamente hemos escuchado hablar de esta Fundación pero aún no parece ser una realidad. Aquí una aproximación a qué es, cuál es su objeto y en qué estado se encuentra.
Hace unos años, varias personas entendieron/mos que era necesario recrear la ESLAI (Escuela Latinoamericana de Informática), uno de cuyos impulsores fue extinto Dr. Manuel Sadosky, cerrada durante los 90s.
La ESLAI II como empezó a llamarse, fue rápidamente evolucionando hasta que se decidió que se convierta en un instituto para desarrollar tecnología aplicada, orientada a la producción, de manera de dotar a nuestra industria de elementos diferenciadores, por la incorporación de mayor contenido científico a los productos aquí desarrollados. Y permutó su nombre por el de Fundación Manuel Sadosky.
El Plan Estratégico 2004-2014, marcaba la necesidad de incorporar un desarrollo tecnológico mayor, especialmente focalizado en algunas áreas específicas donde nuestro país podría tener ventajas competitivas interesantes. En suma, la Fundación se pensó como que se constituya en una importante herramienta para amalgamar la capacidad de investigación de nuestros científicos, con las habilidades de nuestros empresarios.
Esto impulsó la idea que esta fundación fuera mixta, es decir integrada (y financiada) por el sector público y el privado, de manera de maximizar los esfuerzos que se realicen y generar resultados concretos que mejoren la capacidad competitiva de nuestro país en lo que a TICs se refiere.
En Febrero del 2007, y luego de algunas dilaciones, el poder ejecutivo firmó el decreto que autorizaba a las Secretarías de Industria, la de Ciencia y Tecnología, el Conicet, el Inti, y el CIN (Consejo Interuniversitario Nacional), para que conjuntamente con Cessi, Cicomra y una inter-cámara de la industria electrónica (que finalmente nunca se conformó), pudiesen firmar el estatuto constitutivo. En la ocasión, se realizó un acto en la casa de gobierno, donde la viuda de Sadosky se llevó copia de un original de ese decreto. Es menester reconocer aquí, que el por aquel entonces Ministro Daniel Filmus, impulsó fuertemente esta decisión.
¿Pero qué pasó luego?. Bueno… la fundación tenía un multitudinario directorio digamos, y como para poder presentarse en la IGJ, se requerían determinados lineamientos, estos acuerdos nunca pudieron ser alcanzados totalmente. Además los cambios en el Ministerio de Economía, obligaron a redactar nuevamente los documentos constitutivos, por ser otros los firmantes (e interlocutores).
En suma, se llegó al cambio del gobierno, con la acertada decisión de la creación de un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Esto simplificaba enormemente los inconvenientes anteriores, porque ponía al estado con un solo interlocutor. Además la elección del Dr. Lino Barañao, le dio un positivo impulso, porque había participado activamente en el proceso anterior y poseía la experiencia de la Fundación de Nanotecnología, creada años atrás.
Un nuevo decreto ajustando el texto a la conformación del nuevo ministerio y algunos cambios orgánicos en los estatutos para dotarlo de mayor ejecutividad, fue rápidamente consensuado y pasó al proceso de firmas de este tipo de documentos. De esto ya pasaron muchos meses y aún minucias legales hace que no haya sido aprobado por el poder ejecutivo y por ende, no se pueda poner en marcha esta fundación. Hemos escuchado al Ministro, recientemente al jefe de gabinete y en alguna ocasión a la propia Presidenta hablar del asunto y su pronto despacho, pero parece que la burocracia es mas fuerte que una decisión política ya tomada.
Lo interesante del caso, que el presupuesto no parecería ser un problema. El congreso votó una partida importante para esto en el ejercicio pasado, y lo reiteró en el presupuesto nacional de este año. Y muchas empresas manifestaron su interés en participar del proyecto.
¿Cuál es la consecuencia de la no existencia de esta fundación?
En ocasión de la firma del decreto, me recuerdo haber dicho que “si algún día llueve sopa, la fundación sería la herramienta para que tengamos la mejor cuchara”. Ergo, poner nuestra importante capacidad científica y productiva, a trabajar juntos, para obtener productos y servicios altamente competitivos. Mientras esta fundación sigue durmiendo en el escritorio de algún funcionario, las empresas hacen sus mejores esfuerzos para incorporar I+D a sus procesos y productos tratando de tener una mejor oferta de valor. Pero raramente vinculado con el sistema científico y tecnológico. Y este último, hace grandes esfuerzos por ser reconocidos por la calidad de sus estudios, que rara vez tienen aplicación concreta que traigan beneficios tangibles para el país. Y finalmente, Argentina se pierde la oportunidad de poner a trabajar a los mejores cerebros (científicos y empresarios), en algunas áreas que deberían darnos una mayor participación en la torta global TIC.
La aparición del fenómeno crisis en el mundo y la recesión que parece estar viéndose, me hace recordar aquella frase de “la cuchara y llover sopa”. ¿No será que nos volveremos a lamentar de haber dejado pasar otra oportunidad mas en nuestro país, como tantas otras veces?.
Honestamente espero que no.
Publicado por Carlos Pallotti el Lunes 2 de Marzo de 2009
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