Muchas veces cuando se habla de ciencia y tecnología (CyT), aplicada a los entornos productivos, se confunden términos y conceptos. También ocurre algo parecido con Investigación y Desarrollo (I+D). Trataremos de usar el ejemplo de una producción de una cadena de madera para describir estos conceptos e intentar profundizar en el análisis de una temática que la industria Argentina aún tiene mucho para desarrollar.
La foto adjunta es de una cadena de madera. Pero una cadena especial porque sus eslabones no tienen cortes o añadiduras: fueron tallados ya engarzados unos con otros. No pregunten para que sirve…no hablaremos sobre la cadena en sí misma. La utilizaremos como una forma de describir los conceptos a los que nos queremos referir.
Nuestra cadena salió de un listón de madera, tal como el que puede verse en la foto. Dicho listón en bruto, podrá valer algo así como 3$ en una maderera.
Es posible que si llamamos a un carpintero que no sea ebanista y le proponemos hacer una cadena con este listón, sin cortes ni empalmes, él termine por reconocer que no sabe cómo es posible hacerla. Digamos que conoce el oficio, pero necesita un conocimiento superior para formas no convencionales de su trabajo.
Entonces podríamos llamar a un científico que tenga alguna proximidad con el diseño y la geometría, para proponerle que estudie como sacar una cadena entera desde un listón de madera. Lo más seguro que nos pida un tiempo, haga algunas investigaciones, dibuje algunos esquemas y finalmente descubra que el tema no es tan complejo y que requiere de un trazado adecuado de los eslabones y una cierta habilidad para calar uno por uno. También es muy probable que haga la prueba de calar uno o dos eslabones para poder probar su teoría. Finalmente nos la entregará para que procedamos a realizar la cadena según sus recomendaciones. Pues bien, acabamos de describir de una manera simple, la tarea de un investigador de ciencia aplicada, es decir aquel que estudia procesos sobre temas conocidos pero que necesitan de una elaboración que facilite su aplicación en el terreno práctico. Claro, también existen los investigadores en ciencias básicas, pero de esos nos referiremos en otra oportunidad.
Si luego de esto le pedimos a este investigador que nos fabrique una cadena completa, es muy probable que se rehúse en hacerlo, aduciendo que no tiene las habilidades de carpintería necesarias, y además, que es una tarea rutinaria, al alcance de mucha gente donde no hacen falta los conocimientos que él posee.
Entonces llamamos nuevamente a nuestro carpintero, quien conociendo el oficio y con las instrucciones recibidas, seguramente en unos días, hará una hermosa cadena de madera, como la de la foto, o mejor aún. Como es un objeto exótico de decoración, y si está bien hecha, muy posiblemente podamos venderla en… digamos 300$. Es decir habremos centuplicado el valor de la madera en sí misma. Y este incremento se produciría por la incorporación de valor dado por el aporte intelectual, y las habilidades productivas.
Bien, ya ahora no tenemos un listón de madera de 3$, sino uno de 300$....
Pero claro, la producción lleva varios días y repetirla es una tarea artesanal. Por lo que el supuesto mayor precio se va en mayores costos. En definitiva es un hermoso “elefante blanco”, cuesta mucho hacerlo y finalmente genera pocas ganancias.
Entonces llamamos a un especialista en ingeniería de producto y le pedimos que estudie un método para su fabricación. Es probable que este señor invente algunas plantillas, configure algunas máquinas y establezca algunos procedimientos que permitan reducir los tiempos de fabricación, minimizar el material desperdiciado y aumentar la calidad final, lo que nos asegura disponer de productos a tiempo y cantidad como para salir al mercado. Pues bien, hemos descripto a la tecnología. En este caso, una tecnología para la fabricación de cadena de maderas.
Ahora podremos capacitar otras personas y poner a nuestros carpinteros a trabajar en las diferentes etapas de la construcción según sean sus conocimientos, aumentando considerablemente nuestra capacidad productiva y reduciendo sustancialmente el costo de producción de estas cadenas.
Toda la primera parte, hasta que obtuvimos nuestra primera cadena completa, fue investigación. Y todo el proceso de elaboración de la tecnología productiva y su puesta en marcha, es el desarrollo.
De esta manera, hemos podido describir de una manera simple estos cuatro conceptos: ciencia, tecnología, investigación y desarrollo.
Procesos similares ocurren en la gran mayoría de los nuevos productos tecnológicos que día a día se introducen en los mercados. Grandes centros de investigación están estudiando nuevas formas de almacenamiento, identificación o comunicaciones (Solo por dar algunos ejemplos). Luego, grupos de científicos tratan de convertir estos conocimientos en aplicaciones concretas, para lo cual investigan sobre las formas de uso. Finalmente, ingenieros especializados en procesos industriales (en software, electrónica, o lo que fuere), crean la tecnología de fabricación y los procedimientos que el área productiva se encargará de utilizar, para elaborar los mismos y que lleguen a precios razonables y condiciones competitivas a los consumidores. Y esto tanto para lo que conocemos de hardware como de software.
Es por eso que es correcto decir que en la gran mayoría de las empresas productivas locales, lo que hacemos mayormente es desarrollo: usamos técnicas o tecnologías elaboradas por compañías tecnológicas globales, y las aplicamos a nuestros propios productos. Algo así como crear cadenas de diferente forma, u objetos derivados del desarrollo de la cadena, por dar algunos ejemplos.
Por supuesto que los límites no son tan marcados como los hemos descripto y muchas veces hay zonas grises entre uno y otro concepto.
Ahora bien….uno de los mayores problemas que tiene la producción de base tecnológica en Argentina, es el hecho que se hace muy poca ciencia aplicada. Y que los conocimientos científicos que se generan en los centros de investigación públicos, muchas veces no están alineados con los requerimientos productivos del mercado. No haremos un análisis a fondo de esto ahora, solo porque el tema es profundo y necesita un espacio más amplio para referirnos. Ya algo hemos esbozado en El Desafío Sectorial.
Pero tratando de sobrevolar sobre algunas de las causas, podremos encontrar muchas aristas desde donde verlo.
Porque a algunos le interesa vender la madera como está, en listones, y compensar con volumen lo que no se obtiene por valor agregado. Y como el camino del conocimiento requiere inversión y planeamiento a mediano plazo, especialmente en educación, hasta hay administraciones públicas que no lo impulsan debidamente.
A otros, les resulta difícil pensar productos o servicios realmente diferentes, entre otras cosas, porque no siempre es fácil descubrir qué grado de valor podemos y esto genera una especie de autocensura, con lo cual no se impulsa la innovación.
Además, muchos investigadores, prefieren basar su trabajo en áreas temáticas de interés internacional que las nacionales, porque las compensaciones están ligadas a las publicaciones internacionales que puedan obtener.
Y así, podríamos agregar muchas otras causas, pero ¿saben qué?…el ejemplo de la cadena de madera nos demuestra que es muy difícil que la relación científico-productiva funcione.
Si le preguntamos al empresario, muy probablemente prefiera ver si consigue un equipamiento que ya fabrique las cadenas de madera, porque teme que se meterá en un problema, tratando que investigadores le resuelvan el problema. Por lo que seguramente solo querrá dedicarse a la producción, a lo sumo al desarrollo y muy poco a la investigación.
Si le preguntamos al científico, dirá que está para cosas más relevantes que cadenas, y aún que se aplique, minimizará el esfuerzo de desarrollo, porque “solo basta vender lo que él concibió”. O sea, privilegiará la investigación.
Si le preguntamos al carpintero, dirá que nada es posible si no hay alguien que sepa como usar las herramientas para hacerlo. Que el diseño es lo de menos, y que la tecnología de la producción, hará que no se vea el valor humano en la mano de obra.
El ingeniero industrial encargado de la generación de la tecnología de fabricación, dirá que lo único relevante es esto, porque hacerlo de manera artesanal es fácil, pero la única forma en que se venderán es en precios y condiciones competitivas.
Y finalmente el vendedor dirá que “producir cadena es una tontera, el tema es encontrar a quien venderles las mismas”.
Y saben qué: TODOS SON NECESARIOS.
Muchas veces en los procesos productivos de nuestras empresas, no descubrimos la importancia de ser propietarios de nuestras propias tecnologías, inventores de nuestros propios descubrimientos y conocedores de los secretos de las cosas que elaboramos. Y menos aún de la importancia que tiene que podamos interactuar con centros de investigación que nos faciliten el acceso a niveles de conocimiento que no disponemos, o de abstracción que no tenemos.
También muchas veces nuestros centros de investigación, no valoran la importancia de aplicar los conocimientos generados, porque al fin “solo se trata de producir y vender". Pero de la cadena trazada y con solo algún eslabón de prueba realizado, a una cadena elaborada de manera competitiva, habiendo estudiando su aplicación a los requerimientos de los mercados, hay un camino tanto o más complejo, que el anterior.
Las empresas y los países que intentan estar a la vanguardia y tener los mayores ingresos para sus habitantes o propietarios, están pensando en la creación de nuevas “cadenas de madera”. Permanentemente. Otros, nos quedamos haciendo una u otra parte, no terminando ninguno de los procesos, y lamentándonos que los otros “no me acompañan en lo que hago. Que por supuesto es lo mas importante en el proceso productivo”.
Afortunadamente el sistema científico y el productivo tiene muchas experiencias buenas también y son las que deberíamos seguir.
Ojalá hagamos muchas cadenas y vendamos pocos listones. Estaremos entrando al círculo de las empresas –o países- que compiten por la mejor parte de la torta.
PDs: La cadena de la foto es modestamente el fruto de horas de carpintero aficionado (no muy bueno, claro está), y algunos conocimientos adquiridos hace muchos años, de quienes habían encontrado una manera de realizarla sin cortar los eslabones.
Y pido disculpas desde ya por las simplificaciones. Al fin, hemos querido usar un ejemplo simple, para describir un proceso mucho mas complejo.
Publicado por Carlos Pallotti el Martes 9 de Febrero de 2010
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